La nueva ‘Joker’ es trans y lucha contra superhéroes fascistas: “EE UU es un imperio fundado en el racismo y la colonización”

Vera Drew es mujer, es trans y es la nueva Joker. Ni Jack Nicholson, ni Joaquin Phoenix, ni Barry Keoghan. En The People’s Joker ella es quien se pone la peluca (o pelucas) y lucha contra Batman. También la que dirige y escribe esta pequeña película queer que, reconoce a EL PAÍS, nunca pensó que verían “más de cinco amigos en un sótano”. Y todo lo ha logrado sin el beneplácito de Warner, empresa propietaria del universo de Gotham, la ciudad ficticia donde se desarrollan las historias del superhéroe Batman. Su película es una parodia y su legalidad siempre estuvo en la cuerda floja. Incluso un mes antes de estrenarla, cuando la empresa volvió a llamar. “Hicimos la película que ellos nunca harían”, explica por videoconferencia.
Drew (Chicago, 36 años) descubrió su transexualidad, precisamente, viendo la vapuleada Batman Forever (1995), de Joel Schumacher, a quien dedica su filme. Mientras que otros se fijaban en el superhéroe, encarnado por Val Kilmer, Drew, entonces con seis años, descubrió que quería ser Nicole Kidman, una de sus protagonistas. Esa es una de las historias que rememora The People’s Joker, que se estrena en Filmin hoy tras una odisea legal. La película es una parodia que se desarrolla en un mundo de superhéroes fascistas. Sin embargo, es un filme altamente personal para la cineasta: “Varias personas me han dicho que fueron a ver una comedia tonta de Batman, pero que les removió tanto por dentro que por fin estaban preparadas para explorar su género”.

“Para ver The People’s Joker necesitas tener la mente abierta. No es para todo el mundo. Pero el arte no siempre tiene que serlo. Precisamente, parte del problema de las películas mainstream es que intentan demasiado ser atractivas para las masas. Eso no es arte. Y creo que hoy todos necesitamos encontrar nuestro nicho”, explica.
Su Joker (mezcla entre el payaso y su versión femenina, Harley Quinn) es una aspirante a humorista en Gotham que lucha por descubrir su identidad de género. Es en un garito de monólogos donde encuentra su tribu (El Pingüino, Enigma y el resto de villanos), lucha contra el fascismo de un Batman que se descubre como abusador sexual y se sumerge en una relación tóxica con un chico trans, inspirado en el Joker de Jared Leto (Escuadrón suicida, 2016).
Ese calado personal hace que su comedia “anarcoizquierdista” nunca resulte cínica. Es solo un reflejo de su amor por este universo y sus personajes: “Nadie debería hacer una parodia de algo que no ama, y yo estaba obsesionada con la mitología, y esos mitos tienen que ser públicos”, cuenta desde un dormitorio que emula la habitación del sueño de la serie Twin Peaks, de David Lynch, con suelo de espigas y una gran cortina roja rodeando la cama deshecha: “Laura Palmer [la protagonista de aquella serie] se me aparece cada noche”, bromea.

Tras la primera proyección de la película en el Festival de Toronto de 2022, recibió una carta de Warner en la que prohibía el resto de los pases bajo la amenaza de una denuncia por derechos legales. El año siguiente, a un mes del estreno general en Estados Unidos, Warner volvió a la carga y contactó con ella para pedirle que cambiara el título y que el lanzamiento en salas fuera temporal. “Ya no me importa contarlo, estoy en un punto en el que no quiero esconder nada y puede ser útil para que otros hagan trabajos así. Estaban muy preocupados por que pisara el lanzamiento de Joker 2 [en 2024], pero me di cuenta de que nunca me iban a denunciar, así que no cambié nada. Solo querían intimidarme”, cuenta con la seguridad de haber conseguido una distribución internacional.
Drew adoptó como apellido su nombre anterior, y esa es otra trama de la película. Como su personaje, antes de su deseado salto a la dirección tenía su sitio en el mundo de la comedia: hizo monólogos y trabajó como montadora para humoristas como Sacha Baron Cohen o el programa de comedia alternativa Comedy Bang! Bang!. Por eso sabe de lo que habla cuando dice en el filme que “jamás hay que salir con un cómico”, en una película que se desarrolla en un mundo donde el humor está prohibido.

Su revolucionaria venganza a través de la comedia ataca incluso el programa de humor más icónico de EE UU, Saturday Night Live. “Sé que eso cabreó a mucha gente, pero es parte de la libertad de expresión. El mainstream siempre va a intentar hacer algo para que estas cosas no se vean. El tener una película donde puedo hacerlo todo me ha empoderado, y me gusta que otros artistas se sientan inspirados a ser transgresores”.
Grabada en croma y con decorados con maquetas y juguetes, la película, muy barata, es una amalgama de referencias y para su filmación se recurrió a diferentes estilos de animación y marionetas. La relación maternofilial es, para la directora, el “fundamento” de su obra. “Es una historia de amor entre Joker y su madre y el entendimiento. Creo que por eso funciona. En realidad está bastante pegada al suelo, habla sobre encontrar tu familia cuando eres adulto, y quizás en reconectar con tu infancia y pasar página”, explica sobre esta mezcla en la que también se habla de guerras culturales, drogas para calmar a los niños, noticias falsas, abusos sexuales…

Pero, ¿de dónde nació una idea tan alocada? Drew recuerda que fue en 2020, al ver unas declaraciones de Todd Phillips, director de Joker (2019), que la enfurecieron. Decía, como tantos otros antes, que “la cultura woke no deja que seamos graciosos”. La cineasta se propuso reeditar su película con un montaje de pedos, pero en el proceso abrazó su amor infantil por Batman y el descubrimiento de su transexualidad. Eso le hizo querer contar una historia de autoficción que, sí, se reiría de todo. También de quienes dicen que no se puede hacer humor, pero, en cambio, protestan cuando se cuestiona al Estados Unidos más conservador.
Su mensaje llegaba en el momento más necesario. “Es una mierda ir para atrás en los derechos conseguidos, porque ya estábamos mal antes. ¡El argumento de ‘tenemos demasiada diversidad’ es tan erróneo! Estas películas son casi imposibles de hacer, sigue sin haber las oportunidades que hay para un hombre cishetero. Yo para lograr tener voz tuve que hacer algo muy chillón, tonto, colorista, desagradable y legalmente cuestionable”, explica, aunque reconoce que en los tiempos que corren es fácil postrarse y tener miedo: “EE UU siempre ha sido un imperio fascista fundado en el racismo y la colonización. Simplemente, ahora se está revelando. Vemos cómo alguien como Trump utiliza los avances de las culturas marginadas para hacernos retroceder”.

Pese a su oposición y su miedo a verla, curiosamente a Drew le encantó Joker 2 por su valentía al romper con lo que había gustado de la primera y por no querer contentar al espectador: “Me emocioné, y volví a entender por qué me gustaban las películas de superhéroes: porque eran raras. No sé si es real, pero de verdad creo que modificaron algún chiste por mi película, por no pisarse entre parodias”. Tanto le fascinó, que cree que al Todd Phillips contra el que nació su obra le gustaría The People’s Joker: “Estamos fumando la misma mierda”.
EL PAÍS